La idea de desvincular la economía de los combustibles fósiles ha tomado fuerza en los últimos años, especialmente en Europa, donde se han implementado diversas tecnologías para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Este proceso está respaldado en gran medida por el sector agrícola, que juega un papel fundamental en la transición hacia una economía más verde.
La biomasa como solución energética
La biomasa se presenta como una alternativa prometedora para reemplazar los combustibles fósiles. A través de ella, se pueden generar bioenergía, etanol, biodiésel, hidrógeno verde y materiales biodegradables que sustituyen plásticos y productos derivados del petróleo. Aunque la biomasa como recurso no es una novedad, lo que está cambiando es la magnitud de su implementación.
Países como Brasil, Argentina, Colombia y Costa Rica están avanzando rápidamente en la adopción de estas tecnologías. México, aunque algo rezagado en comparación con otras naciones latinoamericanas, ha dado un paso importante con la reciente presentación de su estrategia de bioeconomía, un primer paso para alcanzar metas como la circularidad y la regeneración de los suelos, además de acceder a nuevos mercados como los bonos de carbono.
Desafíos y obstáculos para la transición hacia la bioeconomía
A pesar del potencial de la bioeconomía en México, existen varios obstáculos a superar. El principal desafío radica en la falta de mecanismos de financiamiento para apoyar los proyectos en sus primeras etapas, cuando las inversiones aún no generan retornos inmediatos.
Además, la eliminación de organismos como la FND y el FOCIR, que durante años respaldaron las ecotecnologías, ha dejado un vacío en la financiación de iniciativas verdes. También es crucial que se implementen incentivos sólidos para fomentar la investigación, el desarrollo y la innovación.
La transición hacia un sistema más sostenible no tiene un único camino, cada proyecto requiere una revisión detallada que permita adaptar soluciones específicas a las necesidades de los productores y las cadenas de valor.
Casos de éxito en México
A pesar de las dificultades, existen varios ejemplos en México que demuestran cómo la bioeconomía puede ser una vía rentable y sostenible. Desde empresas que están produciendo sustitutos de la piel animal a partir de residuos del nopal, hasta cooperativas en el sur del país que aprovechan los desperdicios del plátano para crear nuevos productos.
Cabe mencionar que, en Jalisco, productores de bioenergía están aprovechando residuos agrícolas para generar energía, y en otros estados, grandes establos utilizan biodigestores para capturar metano y mejorar la eficiencia energética.
Para que México logre una transición exitosa, será fundamental contar con un ecosistema colaborativo entre el gobierno, el sector privado, las universidades y los productores. Con el apoyo adecuado, el país tiene el potencial para avanzar hacia un futuro más sostenible y alineado con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
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