La manzanilla de la India, conocida en México como tejocote, es un fruto 100% mexicano con una rica historia que data de las culturas prehispánicas. Esta fruta, originaria de México y algunas regiones de Guatemala, ha sido valorada no solo por su sabor único, sino también por sus poderosas propiedades curativas.
Manzanilla: Un tesoro natural
El nombre “tejocote” proviene del náhuatl “Texócotl”, que significa “fruto de sabor agridulce”. Su uso como remedio natural ha perdurado a lo largo de los siglos. En la actualidad, el tejocote sigue siendo un aliado en la medicina tradicional mexicana. Es común encontrarlo en ponches navideños o consumirlo fresco, pero su valor trasciende más allá de la cocina.
Entre sus muchos beneficios, la manzanilla de la India destaca por ser rica en vitamina A y C, así como en minerales como calcio y hierro. Además, contiene bioactivos fenólicos, conocidos por sus propiedades antioxidantes. Gracias a estos nutrientes, el tejocote ayuda a reducir el riesgo de enfermedades crónicas y mejora la salud en general.
En lugares como Michoacán, el tejocote se usa incluso para tratar dolencias emocionales de los niños. Se cree que el té hecho con sus hojas ayuda a calmar a los niños “chipiles” —aquellos que están muy llorones o tienen problemas para comer—, recuperando su ánimo. Este remedio es solo uno de los muchos usos del tejocote en la medicina popular.
Antiguamente, las culturas prehispánicas lo empleaban para tratar enfermedades respiratorias, como tos y bronquitis, así como para problemas digestivos y hasta para regular la circulación. En definitiva, el tejocote es un regalo de la naturaleza que continúa siendo valorado tanto en la medicina popular como en la vida diaria de los mexicanos.
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