México 2025: entre la resiliencia y la incertidumbre

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Por: Eduardo Rivera S.
Presidente del Consejo Editorial de Grupo Mundo Ejecutivo

Hay ciclos de estabilidad, años de crisis y otros que parecen un enigma envuelto en signos de interrogación. 2025, en términos económicos, parece pertenecer a esta última categoría. Si bien México ha sorteado con temple muchas crisis, este año enfrenta una combinación peligrosa de factores internos y externos que pueden poner a prueba su resiliencia económica.

Desde el arranque de año, medidores importantes, como el Indicador Global de Actividad Económica (IGAE) y el Indicador Oportuno de la Actividad Económica (IOAE), han mostrado señales de desaceleración. En agosto de 2024, el IGAE registró una contracción mensual del 0.3% (la tercera caída de ese año); por su parte, el IOAE estimó una disminución de 0.1% en la actividad económica para septiembre de ese mismo año, lo que indicaría dos meses consecutivos de caídas y sugiere una desaceleración económica que podría prolongarse en 2025.

Históricamente, los cambios de gobierno suelen traer consigo una ralentización del crecimiento en su primer año, pero lo que estamos viendo es un coctel más complicado: una política fiscal restrictiva, un entorno global incierto y un sector privado aún con reservas para invertir a gran escala.

Para quienes hemos seguido de cerca la evolución económica del país, esta situación no es sorpresiva. México se encuentra atrapado en una paradoja: mientras el gobierno proyecta una recuperación a través del Plan México, que busca atraer inversiones por hasta 277,000 millones de dólares entre 2025 y 2030, las señales del mercado todavía generan incertidumbre.

¿Crecimiento o recesión?

El Fondo Monetario Internacional proyecta un crecimiento de apenas 1.4% para México en 2025, una cifra insuficiente para generar el empleo y la actividad económica que el país necesita. Además, la inversión privada sigue sin despegar al ritmo esperado. A esto se suma la política fiscal del nuevo gobierno, que busca reducir el déficit del PIB al 3.9% este año, lo que implica menor gasto público en algunos sectores estratégicos. Paralelamente, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) estima que la inflación en México será de 4.0% ese año, lo que podría seguir afectando el poder adquisitivo de los hogares y limitar el consumo interno, otro factor fundamental para el crecimiento económico.

Sin embargo, no todo es pesimismo. Hay sectores que pueden marcar la diferencia si se impulsan las estrategias adecuadas. La relocalización de empresas por el nearshoring sigue en marcha y, aunque no ha generado el boom prometido, sí hay inversiones que están llegando al país. Estados como Nuevo León y Chihuahua han capitalizado estas oportunidades, pero es necesario que esta tendencia se expanda a otras regiones.

¿Y el sector privado?

Aquí es donde el sector empresarial debe asumir un papel más activo. La inversión en productividad es decisiva. Olivia White, directora del McKinsey Global Institute, ha sido muy puntual en su diagnóstico sobre América Latina: sin inversión en tecnología y capacitación, la región seguirá estancada. Esto aplica en especial para México, donde la burocracia y la falta de incentivos fiscales han hecho que muchos proyectos sigan en el tintero.

No podemos depender tan solo de grandes anuncios gubernamentales para generar confianza. Las empresas debemos movernos con inteligencia, innovar y buscar estrategias que nos permitan ser más competitivas. Y aquí es donde entra el papel de la digitalización, la modernización de la infraestructura productiva y la integración de herramientas de inteligencia artificial y análisis de datos en la toma de decisiones.

El plan Sheinbaum: ¿solución o incógnita?

El Plan México puede ser un motor de recuperación si logra ejecutarse con eficiencia y si en realidad se traduce en oportunidades concretas para las empresas. Entre sus propuestas está la sustitución de importaciones, la mejora de infraestructura y un impulso a la industria nacional. Pero, como siempre, el diablo está en los detalles. Para que funcione, se necesita un marco regulatorio que genere certidumbre, incentivos fiscales claros y una verdadera coordinación con el sector privado. De lo contrario, quedará como otro plan ambicioso sin aterrizaje real.

Un punto que no podemos pasar por alto es que el gobierno ha puesto énfasis en la disciplina fiscal, lo cual, en teoría, es positivo para la estabilidad macroeconómica, pero hay una delgada línea entre la austeridad bien aplicada y el freno a la inversión pública en sectores estratégicos, y es ahí donde se tendrá que equilibrar el gasto para evitar una caída en la actividad económica.

¿Y ahora qué?

México está en una posición relevante para aprovechar su relación comercial con EE. UU. y la tendencia global de relocalización de manufactura. Pero la incertidumbre en torno a la política comercial del nuevo gobierno estadounidense añade un factor de riesgo que no se puede ignorar.

En el sector privado debemos asumir un rol más activo. No es momento de esperar a que el gobierno dicte el camino, hay que tomar la iniciativa con inversiones bien dirigidas y estrategias de innovación. La historia ha demostrado que México es capaz de sortear crisis con ingenio y determinación, por ello, la pregunta ahora no es si vamos a salir adelante, sino qué tan rápido y con qué herramientas lo haremos

El 2025 se perfila como un año en el que la economía mexicana enfrentará presiones tanto internas como externas: desde la incertidumbre política en Estados Unidos y sus efectos en el comercio bilateral hasta los ajustes fiscales del nuevo gobierno, que pueden hacer la diferencia entre un crecimiento sostenido o una desaceleración prolongada; sin embargo, este escenario también abre la puerta a oportunidades estratégicas, como el aseguramiento del nearshoring, el impulso a sectores trascendentales como el de tecnología o la manufactura avanzada, así como el fortalecimiento de alianzas público-privadas que permitan sortear la volatilidad económica con soluciones innovadoras.

El éxito dependerá de qué tan bien sepamos navegar entre la incertidumbre y la acción.

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